Las mariposas en el estómago.
Amigo, amiga (que pacharaco puede sonar eso), si estás sintiendo que tienes mariposas en el estómago, no es que hayas dormido con la boca abierta y las hayas tragado, tal vez, mientras tenías uno de tus sórdidos sueños; y ojo, sin ser entomólogo, es imposible que te tragues una, menos dos y sigan vivas en tu estómago; así que no seas cojudo (a), no son mariposas; sino que estás a punto de recibir la visita del “Síndrome del AMOR”.
Así como cuando te vas a resfriar y sientes que el virus avanza en tu cuerpo haciéndote sentir débil, cansado, algunos mocos que empiezan a chorrear, estornudos y más… pues el virus del amor hace lo mismo. Ataca a cualquiera indiscriminadamente, niños, jóvenes, adultos, Mayores, etc; y uno de los primeros síntomas dicen, son esas “mariposas”.
El amor es sin duda el sentimiento que todos en alguna oportunidad hemos sentido (y no me excluyo porque vaya que sí he estado cojudamente enamorado alguna vez), nos transforma en los seres más tontos que habitan la tierra. ¿Qué persona en estado normal, dibujaría corazones rojos con el nombre de la persona que te gusta en un ladrillo previamente pintado de blanco, simbolizando la construcción de un gran amor? ¿Quién, sin estar tontamente enamorado, volaría a otra ciudad, solamente para estar con alguien por un tiempo?
El amor es ciego, sordo, mudo… y tonto.
El amor nos ciega, o mejor dicho, nos hace ver sólo lo que el amor quiere. Podría hacernos ver, como si estuviésemos poseídos por una locura indescriptible, convertidos en grandes gigantes (redundancia total) a molinos de viento (tranquilo mi quijote).
El amor, no entiende ciertamente de belleza, y convierte a la mujer más fea en tu amor por siempre. Cuántas veces no se dijeron las frases: ¡Qué demonios haces con él (ella)”; “Qué tal estómago tienes”. Seguro, no entiende de figuras ni formas; de razas ni de credos y últimamente, saliendo del clóset, tampoco entiende de sexos (sao). Ya dice el dicho, de gustos y colores…
Igual, nos ensordece y no nos permite escuchar lo que la gente nos dice; generalmente, los grandes rajes de la pareja, cierto o no: “ASU!, ese (a) es un (a) jugador (a)”. “Tu marido es un pendejo”; “Ví a tu novia agarrando con otro”, etc. Y eso, muchas personas (sin duda los más tontos), aún con todo lo que dicen, siguen creyendo que sus amores, son unas santas palomas, y se pelean con las personas que le dieron el sano consejo de terminar. Recuerda la frase de tu madre (y una vez Ariana hizo un post sobre ello y yo retomaré algo en un próximo día):”Él no te conviene”,claro a ello tu respondes (como dice Fio); “Me enamoré de ti y qué?”.
Nos enmudece el amor porque somos capaces de callar, no opinar, decir, manifestar lo que tengamos en mente.
Y es que en este mundo actual, entre las personas que twittean, chatean o huevean en el facebook, existen hasta amores virtuales que nacen bajo el oscuro saber de si existe o no. Así empiezan miles de amores; y tanto hablamos de amor que nos olvidamos que la mayor parte de las cosas en este mundo, medio loco, tienen un lado opuesto; y que como se alegran algunos por un “amor” que nace, otros por lo mismo lloran y hasta por amores que terminan.