domingo, 23 de agosto de 2009

Pasaron miles de amores

Intentaba escribir algo hoy, pensando en los comentarios que hice ayer con Fiorella sobre el amor y los desamores; pero mientras intenté hacerlo, Ariana; a quien debo agradecer haberme nombrado en su blog (http://ariana-ohye.tumblr.com); me sacó de cuadro escribiendo canciones de Yola Polastri y es que realmente en la foto si se parece a Yola de chibola pero bueno.
Al final llegué a la conclusión que estuve enamorado mil veces, cada uno teniendo la perfección de ni siquiera conocer su voz; y vivieron sin otra pasión que amarme a mí. Amores inéditos, conjeturados, verídicos, primitivos pero sofisticados, ingeniosos, lentos, duraderos, cortos, fieles, engañosos y exagerados.
Fueron todos con mujeres que pasaron por este extraño mundo; y yo, sólo las vi pasar. Digo “extraño mundo”, porque para mi es demasiado, de modo infinito, extraño, y no lo entiendo. Es una incalculable paradoja, donde todo lo que está, no estuvo y que tal vez nunca estará.
Y todo lo que estuvo, está de mil modos, estando y no estando. Y todo lo que no llegó, nunca sabrá nadie si estará, ni como será. Solo entiendo que el infinito es enorme y además demente, que se expande a 300.000 kilómetros por hora. No sé para que tanto.
Pude no haber sido yo el espermatozoide que una vez ganó, o quizás en verdad perdió en la carrera con otros 500 millones, para terminar fecundándose en un ovario, que quizá esperaba ansioso por él, y no por ningún otro. Eso sería, claro, si el destino estuviese atado a nuestro cuello, prefigurado, escrito en algún átomo del Universo. Escrito por el misterioso dueño, el inventor del tiempo, del espacio, de la materia y de sé mismo, si es que todo eso es posible. O tal vez, sea sólo una posibilidad matemática de una entre cuatrillones de posibilidades, pero aquí estoy, diciendo esto o al menos creyendo que digo algo.
De mí, para los tiempos absolutos del Universo, tal vez solo quedará el recuerdo de mi sombra, si apenas se puede; evocada por ella misma… pero lo que conformaron mis átomos, todos los que pasaron por mí, o yo por ellos, estando siempre en algún lugar: Cambiantes claro, en esta quizá pesadilla alucinante, o sueño loco de algo gigante como infinitos. Algunos les dicen Dios… yo lo llamo algo… No comprendo nada, ni siquiera la infinita complejidad de cada segundo de mi vida… Y eso no me apabulla, sino por el contrario me divierte…juego a dilucidarlo, como una casi eterna partida simultánea de ajedrez. Pero igual mi corazón seguirá latiendo por un tiempo, setenta u ochenta veces por minuto, durante cada minuto de cada hora de cada día; y yo, no sabré por qué. Yo tampoco lo entiendo…
Y en mi agnosticismo, quizá las partes ínfimas de mis átomos, y hasta lo que creo mis pensamientos y recuerdos, sigan estando, cuatrillones de milenios más, en la tal vez mega memoria de quien sueña el universo, y acaso me hace creer que soy algo más que una colonia de bacterias que imaginan ser yo, que es atravesada cada segundo por 100.000 millones de neutrinos, partículas tan pequeñas y abundantes, que pasan entre uno, sin darse cuenta de que somos personas que sentimos, sufrimos y gozamos.
Y tal vez algo vivirá de verdad, de los romances que viví, con esas miles de mujeres que pasaron a mi lado, y lo más probable, es que ni me hubieran visto. Las chicas por las calles, sólo ven las vidrieras que les interesan, a las otras mujeres y a algún chico (que no soy yo) que les haga vibrar, que empuje sus corazones con un latir más acelerado de su corazón. Y no a aquellos que pasan, inmutables en su aparente y muy falsa indiferencia, en realidad, montado en esa briosa euforia, esperanzada en vivir mil y una vidas, y un trillón más, que hace mover las neuronas en campos abiertos como los cielos nocturnos, y más allá, aún, paseando entre la luna y las estrellas, viéndolas de lejos, para no quemar mis sueños con sus monstruosos fuegos mágicos.
Pasaron por mi vida, miles de romances…

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