lunes, 21 de abril de 2014

Pedrito

Cuando lo conocí, Pedrito tenía una guitarra bajo el brazo, el pelo largo, despeinado como siempre, con cueritos en el brazo. Siempre vestido con ropa oscura,  cada vez que lo veía era así. También con su gran sonrisa. Una amiga mía (la gringa de cuzco), por la cual yo moría, moría por él. Bastaba verlo para que babee (ella por él, no yo; menos ella por mí) y en cada concierto tarareaba una tras otra todas las canciones. Qué churro! (ella hablando de él, obvio; no de mí) y que sencillo parece. Más sencillo fue acercarse a él para pedir un autógrafo. -“Hola Pedro, podrías…”, le dijo una noche acercándole un lapicero y un CD a lo que Pedrito simplemente con su sonrisa afirmó diciéndole “claro”. Firmó y nos saludó como grandes amigos. El beso que le dio a ella en el cachete creo que lo debe tener en el recuerdo más grande.  Varias veces nos cruzamos en la bodega de la esquina del barrio de Miraflores, y jamás negó un autógrafo o una foto a quien se lo solicitara, menos aún, un “hola” a cualquiera.
Cuando enfermaba y nadie sabía, algunas personas hablaron huevadas. Ahora hace conciertos drogado, está ebrio, pasado. Puta Pedro ya quemó.  Pedrito, tan grande como siempre, quería seguir haciendo lo que amaba: cantar; cantar para la gente. El tiempo (y su problema) nos alejaron al Pedrito músico pero las cosas siempre pasan por algo. Pedrito se encargó de no alejarse nunca, por el contrario, abrió un nuevo mundo desconocido para muchos. Pedro el escritor.  
Una conversación con Pedrito puede ser de cualquier tema. Quienes lo hemos seguido desde que en Facebook creó su página (y mucho antes escuchando su música) hemos leído todo tipo de cosas, temas infinitos, y tan mundanos que muchos quedamos con la boca abierta diciéndonos “es cierto”. Ha escrito de mujeres, de hombres, de su vida, de sus hijos, de su esposa, de sus amigos, de una cena, de los que lo saludan y leen su agenda; de lo bueno, lo malo, de cómo él le pide autógrafos o fotos a personas que admira; de su actividad solidaria, concientizando en el tema del agua, y hasta de religión. Eso sí, siempre cada tema acompañado de una foto.
Pedrito, el músico, el que se resfriaba en Brasil, que tenía un auto que era una rana; el que no tomó la mano cuando solía caminar en “lo olvidé”, que lloraba seguro al escribir “no pensé que era amor” o que creó lo que terminó siendo un himno para todos los que están fuera del Perú diciéndoles “cuando pienses en volver”; o que, como mi vieja me jodía cantándome la mañana siguiente a una de mis trancas “cuando la cama me da vueltas”; ese Pedrito tal vez hoy ya no cante con su voz como hacía antes, pero canta escribiendo para todos.
Pedrito sigue siendo el mismo de hace años, claro que el tiempo ha pasado y fuera de algunos años más, los hijos más altos que él, sigue sonriendo y aceptando firmar todos los autógrafos que puede. Capaz de parar su carro para ayudar a alguien a cambiar una llanta o tomarse fotos con quien se lo pida. A quién no le cae bien Pedrito?.   

Sin duda, qué grande es Pedrito.

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